Nuestro mayor fracaso, nuestro principal acierto

Uno de mis más recientes aprendizajes fue el de no temerle al fracaso.

Desde muy pequeños se nos programa para evitar el fracaso. Ya sea en la escuela, en los deportes, en la universidad, en el trabajo... el fracaso se tiene que evitar a toda costa. El fracaso está mal visto. Del fracaso no se habla.

Y esta es una historia de superación del fracaso. Abrazar el fracaso como una vía para mejorar la estrategia para lograr el éxito. Esta es la historia del verdadero éxito de Budetex.


Cuando arranqué con Budetex a comienzos del 2019 tenía claras dos cosas: la primera era que quería desarrollar los mejores hilados de la región utilizando fibras naturales argentinas , y la segunda era que quería crear las mejores experiencias posibles para todas las personas que aman hacer en donde esos hilados sean, valga la redundancia, el hilo conductor de la experiencia.

Sobre estas dos cuestiones hablaré largo y tendido en este BLOG, pero de momento me gustaría centrarme en la frase que titula esta entrada: nuestro mayor fracaso, nuestro principal acierto.

Respecto a los hilados, ya hemos logrado y seguimos en el camino de lograr grandes hitos. Tenemos nuestra línea CORI CORI, un hilado 100% de producción nacional, que exportamos a 11 países. Lanzamos en Mayo 2023 nuestras líneas SURA e INKA que son dos hilados excepcionales y con los cuales estamos convencidos que podremos ganar nuevos mercados internacionales y tenemos varios desarrollos más en carpeta siguiendo esa línea.

Pero ahora quiero hablarles del camino para alcanzar el otro de nuestros objetivos: el de crear las mejores experiencias posibles.

Hablar de experiencias puede parecer un poco genérico, pero en este caso es muy concreto.

Recuerdo que en 2014 me encontraba exponiendo en la feria Handarbeit & Hobby en Colonia, Alemania, para la empresa en la que trabajaba en ese momento en Barcelona, ciudad donde vivía.
La feria H&H de Alemania en ese momento era LA feria de referencia mundial de manualidades y labores. Allí, una vez al año, exponían todas las grandes empresas de manualidades y labores del mundo. No solo de tejido, sino todo lo que tiene que ver con manualidades: hilados, tejidos, tijeras, agujas, tufting, cintas, botones, etc.

Es una feria muy grande con tres pabellones enormes donde estaban las principales empresas y un pabellón pequeño para las empresas "emergentes". Uno de los últimos días de la feria decido ir a recorrer el pabellón más pequeño y encuentro un stand que me llamó mucho la atención. No recuerdo exactamente como estaba decorado, pero si recuerdo que era muy pequeño y tenían muy poco para exponer. Tenía unos libros y unas bolsas de papel kraft con hilados y agujas. Los que atendían el stand hablaban español, por lo que me acerqué a conocer su propuesta y ese día fue un ANTES Y UN DESPUÉS para mí. La persona que estaba atendiendo el stand era una tal Pepita y la empresa era WE ARE KNITTERS. Mientras todos los stands de las ferias vendían productos, ellos vendían experiencias.

Enseguida entendí que el valor de lo que ofrecían era mayor que la suma de sus partes. No comercializaban un kit con un patrón, unos ovillos de hilado, un par de agujas, una bolsa y una etiqueta. Comercializaban una experiencia.

Ese concepto tan sencillo me quedó siempre presente en mi cabeza, y cuando decidí comenzar con Budetex supe que gran parte de lo que debía lograr era transformar productos y servicios en experiencias.

Y acá es donde entramos de lleno al concepto de este resonante fracaso que sufrimos!

Una de las primeras cosas que hice al comenzar Budetex fue recorrer mercerías en distintos barrios, ir al Once a recorrer mayoristas de mercerías e ir a la avenida Scalabrini Ortiz a "la zona de las laneras" para investigar el mercado. Mi primera reacción fue de preocupación.

Quería desarrollar los mejores hilados de la región y las mejores experiencias, pero no había agujas ni accesorios decentes en el mercado. O era todo de mala calidad importado de china o eran agujas artesanales, que si bien tienen lindo aspecto. en la práctica son muy poco útiles.

¿De qué sirve tener los mejores hilados si no hay agujas de buena calidad para tejerlos?

En ningún momento tuve la intención de comercializar agujas y accesorios en el país. Pero yo necesitaba que las tejedoras y tejedores tengan las mejores agujas disponibles, necesitaba que las diseñadoras puedan diseñar con las mejores agujas y tecnología posible y necesitaba poder disponer de agujas de calidad para poder ofrecer la mejor experiencia posible a mis futuros clientes para que puedan realmente disfrutar de los hilados que pensaba desarrollar!.

Por ese motivo decidí utilizar mis contactos en Europa para conseguir la representación en Argentina de las principales empresa de agujas y accesorios de tejer del mundo: KnitPro, ChiaoGoo, Addi, Tulip, etc.
Una vez pude conseguir contratos de representación de estas marcas para el país, me hice de algunas muestras físicas de las agujas, las guardé en un maletín y salí a la calle a ofrecerlas. En mi mente casi todos los distribuidores mayoristas de hilados iban a querer contar con las mejores agujas del mundo para vender junto con sus hilados. Gran error y he aquí el mayor fracaso.

Recuerdo como si fuera ayer bajarme del subte en la estación Malabia de la línea B con mi maletín lleno de muestras y mi tapado marrón. Era comienzos de Mayo y ya hacía frio. Apenas bajé del subte fui caminando por Scalabrini Ortiz desde Corrientes hasta llegar a Córdoba, siempre de la mano derecha. Y luego volver al subte, cruzando la calle, por la otra vereda. Ese día estaba seguro de que me iban a llover ofertas para comprar las agujas. Yo ganaría por partida doble, por un lado me aseguraría que lleguen al país las herramientas que necesitaba que estén disponibles para lograr mis objetivos, y de yapa me ganaría una comisión como intermediario por haber facilitado las ventas.

Entré a prácticamente todas las "laneras" que me iba encontrando en mi recorrido en el orden en que me las iba encontrado. Obviamente no voy a dar nombres de personas ni de empresas, ya que no corresponde, pero en mi recorrida por las "laneras" recibí respuestas cordiales como "gracias, pero mi público no puede pagar $600 una aguja" (vale aclarar que las agujas que tenía a la venta en ese momento estaban $80) o "gracias, pero yo se mucho de hilados pero nada de agujas", otras respuestas no tan cordiales como "¿quién te crees que sos? no nos vengas a jodernos el mercado" y otras respuestas directamente ridículas e insultantes como "si, quiero comprarte pocos modelos de agujas pero vos tenés que hacer el stock en Argentina y yo quiero la exclusividad en el país de toda la marca".

Ese día lo había comenzado sabiendo que iba a terminarlo con una planilla llena de pedidos y lo finalicé completamente desmoralizado y con sabor a fracaso. Gran parte de mis planes se estaban desmoronando como una casa de naipes. Hasta donde sabía, los hilados y las agujas se distribuían a todo el país desde Scalabrini. Lo que pasaba ahí se replicaba en el resto de comercios del país. Que nadie quiera trabajar estas calidades de agujas en Scalabrini significaba que NADIE las iba a querer comercializar.

Me pregunté a mi mismo el porqué de tanta hostilidad y/o desinterés en incorporar esas marcas y calidades de agujas y pensé en tres posibilidades: 

1) No tienen ni idea ni les interesa saber lo que sucede fuera de Argentina en el mundo del tejido
2) No les interesan los clientes, solo les interesa el volumen de ventas

3) Ya les va bien como están y no quieren molestarse en ver si otra cosa funciona.

Cualquiera sea la respuesta, entendí enseguida que existía un mar de oportunidades a disposición de la persona o empresa que esté dispuesta a arriesgarse e invertir.

Al día siguiente tomé la decisión que iba a marcar la historia de Budetex y en parte la de mi vida: Decidí transformar el fracaso en una oportunidad. Busqué una oficina para alquilar, encargué la fabricación de una mesa grande para colocar en el centro y decidí armar un showroom privado para que la gente pueda venir a probar las agujas sin apuros y una página online para llegar a todo el país.


El resto es historia.